Con su nuevo Energy dCi 130, Mégane dispone de una motorización diesel de 130 cv extremadamente eficaz. El consumo baja en más de 1 litro a 4,0 l / 100 km (frente a 5,1L del motor reemplazado: 1,9 dCi 130) y solo emite 104 g de CO2/km, con un descenso de 31 g de CO2/km.
Para alcanzar estos impresionantes resultados, los ingenieros de motores han empleado sus competencias para reunir las siguientes tecnologías:
La EGR de baja presión (Exhaust Gas Recirculation): la EGR, propuesta como primicia europea en este nivel de gama, hace que vuelvan a circular los gases de escape en el turbo para un mejor rendimiento del motor.
La termogestión: esta tecnología, que actúa en los arranques en frío, permite hacer que el motor se caliente más rápidamente.
El SWIRL (o remolino) variable consiste en ajustar el remolino de aire (swirl) que penetra en el motor para conseguir la mejor combustión en todas las condiciones.
La bomba de aceite de cilindrada variable: económica en energía, optimiza la cantidad de aceite necesaria para lubricar el motor e incrementar su eficacia.
El downsizing: Renault ha disminuido la cilindrada de su motor para reducir la cantidad de carburante consumido, preservando la potencia del motor.
El sistema Stop & Start de Renault reduce los daños al medio ambiente. Asociado a un dispositivo de recuperación de energía en fase de desaceleración o frenado, la energía recuperada permite recargar la batería del vehículo sin recurrir al motor, lo que contribuye a la reducción del consumo y las emisiones de CO2.
El placer de conducción (aceleración, reprises) se mantiene íntegramente gracias a las 16 válvulas y al aumento de la sobrealimentación del motor. Con Mégane Energy dCi 130, la conducción es un auténtico placer, gracias a un par muy generoso (320 Nm), disponible a partir de 1750 rpm y una amplia gama de uso. La serenidad es máxima gracias a la suavidad y discreción del motor y a la fluidez de su sistema Stop & Start.
El coste de utilización de este nuevo motor se sitúa en el mejor nivel del mercado gracias a los siguientes elementos:
Una cadena de distribución (en lugar de una correa): ya no es necesario cambiarla.
Un filtro de partículas autorregenerador, sin mantenimiento.
Una gran reducción de los costes de carburante.
Una disminución de las tasas vinculadas al CO2, para los clientes particulares o profesionales.